
El costo de la excelencia: cuando la inclusión no entra en el plan académico
La inclusión sigue siendo una promesa en muchas escuelas privadas.
Por Shada Akabani Al Akabani e Isabel Vera Zavala
SUMARIO
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Inclusión como discurso, no como práctica
En muchas escuelas privadas, la inclusión se usa como una promesa publicitaria más que como una acción real.
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Maestros sin guía, alumnos sin voz
La falta de capacitación docente provoca decisiones que limitan el aprendizaje, reforzando prejuicios y exclusión dentro del aula.
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La excelencia que olvida la empatía
Mientras las escuelas privadas invierten en tecnología y prestigio, la verdadera innovación sigue pendiente.
Dentro de los pasillos de muchas escuelas, en los que la excelencia académica se exhibe como un sello de prestigio, hay alumnos que no aparecen en los reconocimientos ni en las ceremonias al final del ciclo escolar. Son los niños y jóvenes con discapacidad intelectual o motriz que, a pesar de los discursos de inclusión, se siguen enfrentando a un sistema educativo que prioriza la excelencia sobre la empatía.

Foto: Otras Voces. 2016
Diferentes investigaciones universitarias coinciden en que las escuelas privadas mexicanas presentan poco avance en cuanto al tema de inclusión. Hay poca estructura en los planes de estudio, sumado con la falta de preparación de los maestros, los prejuicios y la ausencia de recursos especializados, todo esto ha convertido el derecho a una educación equitativa en un privilegio que sólo algunos poseen.
Un sistema que excluye en silencio
De acuerdo con el Repositorio Universitario de la UNAM (2021), los estudiantes con discapacidad en los colegios privados en nuestro país se enfrentan a miles de formas de exclusión que comienzan por parte de la institución, pasa de algunos casos en los que se les niega la matrícula hasta el mismo aislamiento en el salón por parte de los compañeros y maestros. Aunque la mayoría de los colegios hoy en día buscan promover una imagen empática, moderna e inclusiva abriéndole las puertas a todos, dentro de estas y en sus prácticas sucede lo contrario.
La mayoría de los colegios y escuelas aceptan a los alumnos con discapacidad bajo la condición de que “no afecten el desempeño del grupo” o bien, le exigen a las familias cubrir el costo de sombras, programas de estudio dirigido o atención psicoterapéutica. Esto en sí representa un gasto para los padres que buscan una institución inclusiva, ya que realmente se encuentran con obstáculos como estos que no permiten que los niños y jóvenes se desenvuelvan del todo en el colegio.
En el siglo XXI la inclusión se percibe más como un slogan de publicidad antes de ser una práctica pedagógica, la excelencia académica se sigue posicionando como algo que todos deben tener, pero las diferencias que existen en el salón son consideradas fallas.

Foto: Expo Inclusión. (s.f.)
La problemática radica en la falta de voluntad al no querer innovar y sobre todo en la estructura del sistema educativo en el sector privado. Pues al tener todas las condiciones necesarias para que los estudiantes se desarrollen, se enfoca únicamente en los resultados que puede medir como los promedios, las competencias y las certificaciones, antes que el desarrollo humano. Por ende, en este modelo educativo, los estudiantes con discapacidad se convierten en un desafío incómodo para las métricas del éxito.
Capacitación docente, la deuda más grande
El sistema no solamente es responsable de no estar adaptado y adecuado, sino que tampoco prepara a sus recursos más importantes, a los maestros. La formación de los maestros es determinante en la calidad educativa inclusiva. Es responsabilidad de la institución y del gobierno, capacitar a los docentes sean o no quienes imparten clases a alumnos con discapacidad. Los estudios revisados coinciden en que la mayoría de los docentes en escuelas privadas no han recibido una capacitación formal sobre atención a la inclusión.
Según los datos obtenidos de la Memoria del V° Congreso de Educación de la Fundación Fénix (2021), la mayoría de los maestros desconocen las estrategias básicas de inclusión y se enfrentan solos a la tarea de adaptar contenidos, métodos de trabajo o evaluaciones. Algunos de ellos aprenden sobre la marcha o consultan a segundos, pero no existe una guía institucional que capacite a docentes de forma adecuada.
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Este es el caso de Rogelio, un alumno de un colegio ubicado en Lomas de Vista Hermosa que pese a su discapacidad intelectual, pertenece a una generación de alumnos con los que va desde preescolar. Rogelio tiene autismo, y aunque tiene clases con sus demás compañeros, su maestro de matemáticas decidió que él no podía llevar la materia con el resto ya que distraía a los demás y hacía preguntas que sobrepasaban el ritmo de la clase. Así, Rogelio fue cambiado al aula de inclusión del colegio con el resto de los alumnos con discapacidad. A pesar de ser muy inteligente, avanzar al ritmo del temario y entender, Rogelio necesita un pequeño acompañamiento de vez en cuando, sin embargo, al maestro al parecerle rebasante tener que detenerse personalmente a revisar su avance, decidió frenar el desempeño académico de Rogelio moviéndolo al aula de inclusión.
Hoy Rogelio no es el único niño o jóven que se enfrenta a este tipo de decisiones, cambios y falta de tiempo e información que frenan su desempeño académico. La falta de capacitación docente elige irse por el lado seguro y cambia de salón o aparta a los alumnos con discapacidad para mantener el ritmo de su clase.
Dicha falta de capacitación genera miedo, frustración y resistencia, si bien las capacitaciones no cambian prejuicios ni el carácter de una persona, buscan sensibilizar a quienes conviven la mayor parte de la jornada escolar con los alumnos. Algunos maestros interpretan la discapacidad desde un punto de vista médico llevándolos a asignar a sus alumnos al área de psicoterapia cuando las barreras están en el entorno y no en la persona.
Este enfoque erróneo deriva en estigmas y prácticas excluyentes, en lugar de adaptar el entorno a las necesidades del alumno, se espera que este se adapte a un entorno inflexible. “La inclusión no significa colocar a todos en el mismo aula, sino modificar el aula para que todos puedan aprender”, afirma la maestra Noelia Sánchez (2025) de Grupo Social Once.

Foto: Capacitación docente: herramientas para una educación inclusiva. (2025)
El sistema educativo mexicano no garantiza condiciones institucionales adecuadas para el desempeño de maestros especializados, los incentivos son pocos, hay programas actualizados limitados y falta de apoyo técnico que no sea por parte de un tercero en el mismo sector privado. Por la misma razón, muchos profesionales de la educación terminan realizando trabajos administrativos o de asesoría privada, ya que no son reconocidos en el sector educativo.
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La verdadera inclusión requiere que los maestros comprendan la diversidad como una oportunidad pedagógica y no como una carga, se deben resaltar los aspectos de formación humana como la empatía, ética profesional y pedagogía inclusiva como un paso primordial para transformar la mirada y, con ella, la experiencia educativa de los alumnos.
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Los recursos, la otra mitad de la inclusión
El acceso a recursos educativos y tecnológicos adecuados es otro pilar fundamental. Sin materiales adaptados, apoyos tecnológicos e infraestructura accesible en las escuelas, la inclusión se convierte de nuevo en un slogan.

Foto: UNICEF | Pirozzi. (s.f.)
Las investigaciones y estudios consultados muestran que las escuelas privadas, aunque están bien equipadas en tecnología, suelen destinar sus recursos a la innovación superficial como lo son las pantallas, los laboratorios, las plataformas y los cursos, antes que a la accesibilidad. Esto no sólo a nivel de capacitación sino en cuanto a espacios e infraestructura como lo son la falta de rampas en las escaleras, el uso adecuado de elevadores, el acceso a los baños y los espacios que se vuelven barreras para los estudiantes con discapacidad.
La innovación es escasa también a nivel curricular, pues las clases demuestran ser basadas en la memorización y la competencia, dando poco espacio para la creatividad o la colaboración en equipos.
Es aquí en donde el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) le da una oportunidad de transformarse a la educación, hoy en día existen herramientas como los lectores de pantalla, el software de voz, las plataformas que integran elementos de juegos y sistemas de realidad aumentada que pueden potenciar la atención, la participación y la motivación de los alumnos, sin embargo su uso sigue siendo limitado en las escuelas.
La Fundación Fénix propone incorporar la ludificación educativa, es decir el aprendizaje a través del juego y la enseñanza multisensorial. Ambos combinan elementos visuales, auditivos y táctiles como medios para mejorar la comprensión y la comunicación. Estas estrategias no solo benefician a alumnos con discapacidad sino que buscan mejorar el aprendizaje de todos.

Infografía: Shada Akabani Al Akabani e Isabel Vera Zavala. 2025. Ludificación Educativa.
El peso del estigma
Más allá de los recursos, la exclusión tiene raíces culturales. En muchas escuelas privadas en México, la discapacidad sigue asociándose con “falta de capacidad” o un “problema de conducta” y las etiquetas que estas mismas instituciones denominan “grupos especiales” o“casos de inclusión” fomentan la separación y refuerzan la idea de que hay una diferencia.
La revista Scielo (2020) recalca que los prejuicios dentro del ambiente escolar provocan el evidente aislamiento que se refleja en baja autoestima y deserción escolar más adelante. A los alumnos con discapacidad se les invita a “participar” en actividades extracurriculares, pero rara vez se les brinda voz o liderazgo en proyectos académicos o sociales.

Foto: Comunicación REP. (2023)
La estigmatización no proviene sólo de los maestros y directivos, sino también de los propios compañeros y sus familias. En un contexto en donde la competencia académica se asocia con valor personal, es un reto aceptar las diferencias. Para transformar esta cultura, se requiere algo más que políticas y capacitaciones, se necesita de presencia humana que esté dispuesta a adentrarse y marcar una diferencia.
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Mecanismos de transformación: voluntarios, mentores y redes de apoyo
Mientras el sistema educativo avanza lentamente, existen héroes en esta historia que no siempre se tienen presentes. Los voluntarios, mentores y las redes de apoyo que existen, son quienes se convierten en agentes de cambio silencioso. Son muchas veces subestimados pero realmente desempeñan un papel crucial en la integración de estudiantes con discapacidad dentro y fuera de las escuelas.
Los mentores y voluntarios actúan como puentes entre los alumnos y las instituciones, dando acompañamiento académico, emocional y social, estas relaciones se basan en confianza,y cercanía, así el impacto es más profundo, mejorando el rendimiento, el autoestima y la sensación de pertenencia de los niños y jóvenes con discapacidad.
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A su vez, existen programas de mentoría personal que demuestran ser una herramienta que reducen el aislamiento, aumentan la retención escolar y apoyan a los alumnos a mantener su desempeño académico conforme a sus requerimientos. Un estudio del Journal of Educational Support Networks (citado por Fundación Fénix, 2021) demuestra que los estudiantes con discapacidad que participan en algún tipo de mentoría estructurada, presentan un 30% más de permanencia escolar.
Esto genera un beneficio recíproco, los mentores y voluntarios desarrollan habilidades blandas como la empatía, la escucha activa y la resolución de conflictos, creando así una comunidad educativa en donde todos pueden aprender y enseñar.

Foto: Verano Unidos | Unidos. (2023)
Pese a ser poco visibles o llamativas socialmente, estas comunidades educativas y de inclusión buscan integrar a cualquiera que esté dispuesto a hacer el cambio, integrando asociaciones civiles, a padres de familia y a organizaciones locales, ayudando a los niños y jóvenes con discapacidad a navegar entornos educativos que muchas veces no fueron diseñados para ellos.
Para que estos mecanismos sean sostenibles, se requiere respaldo institucional, la mentoría y el voluntariado no deben depender solo de una buena intención, sino que deben integrarse formalmente en la estructura educativa, siendo reconocidos y formados en el ámbito.
Factores clave para una inclusión efectiva
De acuerdo con los especialistas, existen tres factores determinan el éxito en un programa de inclusión y apoyo a discapacidad:
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Calidad de la relación entre mentor y estudiante: Debe existir una cercanía emocional así como confianza para impulsar los resultados académicos y personales.
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Diversidad y preparación de los mentores: La formación en pedagogía inclusiva lleva a una comprensión más profunda de las distintas realidades vividas.
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Apoyo institucional: Sin un respaldo escolar y políticas especiales, los esfuerzos terminan desapareciendo con el tiempo.
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Al combinar estas tres claves con la capacitación de docentes junto con los recursos adecuados en un colegio, estos se pueden transformar en un espacio de aprendizaje accesible e inclusivo.

Foto: EF Educación Futura. (2023)
Replantear la “excelencia”
La educación privada mexicana ha tenido avances en innovación tecnológica y contenidos académicos, pero sigue teniendo un gran rezago en la formación humana a pesar de llevarlo en el nombre de sus instituciones. Frecuentemente, los valores de empatía, compañerismo y equidad se mencionan en los discursos, pero no se practican en el salón.
Replantear y redefinir la “excelencia” es reconocer que el talento no se mide sólo por promedios o logros visibles, sino que se trata de entender que cada estudiante, con o sin discapacidad, tiene un potencial único que se muestra cuando se siente visto, escuchado y acompañado.
Hacia una cultura de accesibilidad
Construir una educación verdaderamente inclusiva requiere una transformación real, consiste en formar maestros con empatía, designar recursos adecuados, integrar a los mentores y voluntarios, y destruir estigmas.
Las instituciones privadas, con su capacidad económica y su influencia social, tienen la responsabilidad de liderar ese cambio y de implementar políticas de inclusión que se enfoquen en los derechos humanos, buscando beneficiar a los estudiantes con discapacidad, y fortalecer la calidad educativa.
Las escuelas privadas se enorgullecen de su excelencia, pero mientras la inclusión no forme parte de sus planes académicos, esa excelencia seguirá teniendo detrás el silencio de quienes aprenden desde la sombra. Porque en la educación, la verdadera grandeza no se mide por la perfección, sino por la capacidad de recibir a todos.

