
Sombras que iluminan: voluntarios y apoyos que cambian vidas
Cuando la escuela excluye, los voluntarios abren la puerta.
Por Shada Akabani Al Akabani e Isabel Vera Zavala
SUMARIO
Inclusión que no llega desde las aulas, pero sí desde la comunidad
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Mientras la inclusión institucional avanza lentamente, el acompañamiento voluntario llena vacíos que las escuelas no han logrado resolver.
Redes de apoyo que transforman realidades
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Los programas de mentoría y voluntariado crean entornos donde la pertenencia, la autonomía y la autoestima se vuelven posibles para estudiantes con discapacidad.
El impacto humano que la excelencia no sabe medir
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Más allá de promedios y certificaciones, son los vínculos afectivos y el acompañamiento cercano los que abren las puertas a una educación verdaderamente accesible.
Cientos de niños y jóvenes con discapacidad que avanzan entre barreras invisibles, porque el sistema no está hecho para recibirlos, entre ellos caminan voluntarios, sin reflectores ni discursos, sostienen lo que la escuela no ha sabido sostener, la posibilidad de aprender, pertenecer y desarrollarse en un entorno que muchas veces los excluye.

Foto: Google Labs Flow. 2025
En México, mientras miles de niños y jóvenes con discapacidad intelectual o motriz continúan enfrentando barreras dentro de escuelas privadas. La exclusión es un actor silencioso ha comenzado a transformar su trayectoria educativa. El sector privado educativo ha dejado lentamente que el desempeño académico y el reconocimiento, se vuelvan la cara y el interés público. Pero son los voluntarios, mentores y redes de apoyo de otros jóvenes, quienes buscan visibilizar la problemática e incluir a todos en su entorno.
Aunque su presencia no siempre aparece en los informes institucionales, su impacto es profundo a nivel social. De acuerdo con el CONEVAL, existe hoy en día una brecha de 16.5 puntos porcentuales en la asistencia escolar entre estudiantes con y sin discapacidad, una desigualdad que organizaciones civiles, fundaciones y programas de acción voluntaria buscan cerrar mediante acompañamiento humano, participación comunitaria y aprendizaje compartido. 
El sistema expulsa, pero la comunidad abraza
Diversos estudios nacionales e internacionales han documentado que tanto niños como jóvenes con discapacidad en escuelas privadas suelen encontrarse con estigmas, infraestructura inadecuada, procesos de admisión restrictivos y ausencia de apoyos especializados. Estas barreras provocan aislamiento, ansiedad escolar, dificultades para socializar y retrasos académicos. Investigaciones de fuentes como Redalyc y la Guía de Intervención del Grupo Develop señalan que la mayoría de estos obstáculos están relacionados con la falta de preparación docente y la ausencia de políticas inclusivas sostenidas.
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Sin embargo, entre estos vacíos institucionales que persisten, destaca la presencia de redes de acompañamiento voluntario. El Informe sobre la Contribución del Voluntariado al Desarrollo Educativo en el Sector Privado demuestra que las iniciativas de apoyo de forma individual dentro de un grupo, crean entornos en los que los estudiantes pueden participar de forma activa, sentirse seguros, reducir su ansiedad social y desarrollar habilidades formativas que difícilmente se fomentan en un sistema tradicional. Esto, mediante los talleres, ejercicios grupales, actividades lúdicas y acompañamiento.

Foto: Expo Inclusión. (s.f.)
Diversas organizaciones del sector privado en México, han logrado suplir, al menos de forma parcial, las carencias del sistema escolar al proporcionar recursos, capital humano, talleres y técnicas de enseñanza y estructura emocional y modelos positivos de convivencia entre voluntarios y niños y jóvenes con discapacidad.
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Voluntarios: un puente donde antes había un muro
Los programas de apoyo dentro y fuera del aula ofrecen una alternativa poderosa para fortalecer la participación de estudiantes con discapacidad. La evidencia por parte de estudios e investigación internacional, refuerza lo que ocurre en México acerca de la interacción con voluntarios capacitados y cómo ésta impulsa mejoras académicas y socioemocionales en los niños y jóvenes.
Un estudio sobre el programa "Children’s University" (CU), que combina actividades extra académicas con acción social comunitaria y voluntariado en los alumnos con discapacidad tanto intelectual como motriz, encontró que la participación prolongada durante dos años se vincula a un pequeño progreso en el rendimiento en lectura y matemáticas, junto con incrementos significativos en habilidades como responsabilidad social, trabajo colaborativo y estabilidad académica.
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Así mismo, investigaciones publicadas en SAGE Journals (2024) muestran que el acompañamiento constante facilita el desarrollo de autorregulación y de hábitos de estudio más estables, especialmente cuando el estudiante enfrenta entornos escolares rígidos o excluyentes. Los resultados de otras investigaciones en el tema, como el análisis de Fichten y Schipper (2005), buscan demostrar si el voluntariado con niños y niñas con discapacidad, afecta las actitudes hacia los adultos, muestran que la convivencia prolongada con estudiantes con discapacidad reduce prejuicios, fortalece la empatía y mejora la disposición social de los voluntarios hacia la inclusión, lo que refuerza los vínculos educativos y transforma actitudes comunitarias.
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Por ejemplo, un estudio en Etiopía documenta cómo los esfuerzos de divulgación comunitaria por parte de voluntarios han sido una estrategia clave para aumentar la matrícula escolar de niños con discapacidad inscritos, convenciendo a las familias de la importancia de la educación.
En México, este tipo de prácticas de acción social permiten que los estudiantes adquieran autonomía, aprendan a tomar decisiones y encuentren espacios seguros para practicar habilidades de comunicación y expresión emocional. La "Guía para Familiares y voluntarios" del Grupo Develop detalla que los voluntarios, al actuar como modelos y facilitadores del entorno, ayudan a fomentar capacidades clave como:
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Habilidades interpersonales y de comunicación: ​
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Empatía y reconocimiento de emociones ajenas.
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Inteligencia emocional y autocontrol.
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La diversas actividades que se realizan en un voluntariado como el de la organización Unidos, ayuda a que los niños y jóvenes puedan aprender a iniciar conversaciones, a escuchar activamente y expresar necesidades de forma asertiva, así como a fomentar la ayuda, el compartir y la cooperación. Al trabajar con otros jóvenes cercanos en edad, desarrollan la capacidad de comprender los sentimientos y perspectivas de los demás y sobre todo, aprenden a gestionar las propias emociones y responder a las frustraciones de manera adaptativa.

Foto: Google Labs Flow. 2025
El apoyo de un voluntario dentro de la vida de un jóven con discapacidad, tiene un profundo impacto en la percepción que ellos tienen de sí mismos. Al crear de forma conjunta un entorno de apoyo, empoderamiento personal y estabilidad emocional, los voluntarios refuerzan el ecosistema de inclusión del que, según la guía del Grupo Develop, la familia es el punto de apoyo clave. Son estas experiencias exitosas aquellas que contrarrestan las percepciones sociales negativas y los mensajes de incapacidad que a menudo reciben, permitiéndoles reconocer sus propias fortalezas y sentirse valorados como individuos capaces.
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Para lograr estos resultados, las organizaciones del sector privado como Unidos, recurren a modelos y estrategias específicas que permiten canalizar de manera efectiva la energía y el compromiso de sus voluntarios. El que un programa de voluntariado sea efectivo depende de su estructura, de los roles asignados y de la planeación previa de actividades. Esto es gracias a los programas de intervención y entrenamiento que reciben los voluntarios para actuar frente a situaciones y casos diversos.

Foto: Google Labs Flow. 2025
Los voluntarios reciben formación especializada para apoyar directamente a los niños y niñas con discapacidad y a sus familias. Este apoyo se centra en el desarrollo de habilidades específicas, inteligencia emocional, manejos de crisis, gestión de conductas y el fomento de la autonomía en la vida de los participantes. Los voluntarios son capacitados para emplear técnicas concretas que enseñan y refuerzan conductas positivas. La misma Guía para Familiares y Voluntarios describe un proceso paso a paso del entrenamiento en habilidades sociales que lleva un voluntario que se pueden resumir en los siguientes pasos:
Instrucciones verbales: Utilizando el diálogo, el debate y explicaciones claras para definir qué es una conducta apropiada y por qué es importante.
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Modelado: Cuando el voluntario actúa como un ejemplo a seguir, demostrando la habilidad deseada, por ejemplo, saludar, pedir ayuda, compartir, de forma sencilla y clara para que pueda ser imitada.
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Ensayo y práctica: Animar a la persona a practicar una nueva habilidad en un entorno seguro y de apoyo, como un juego de roles, antes de aplicarla en situaciones reales.
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Feedback: Después de la práctica, se proporciona información constructiva y específica sobre qué tan bien se realizó la conducta, a partir de aciertos y mejoras.​
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Reforzamiento: Normalmente de forma social a través de cumplidos, aprobación, o una sonrisa o choque de manos, fortaleciendo la conducta positiva y aumentando la probabilidad de que se repita en el futuro.

Foto: Google Labs Flow. 2025
Desafíos y retos de un voluntario
El rol de un voluntario en este tipo de casos es fundamental, fomentar la autodeterminación, establecer una relación que tenga significado y facilitar la inclusión social. Un voluntario es alguien que crea oportunidades para que la persona tome sus propias decisiones, convirtiéndose en un puente hacia la comunidad y un vínculo social que abre la puerta a mejores relaciones interpersonales con calidad en los niños y jóvenes con discapacidad. Sin embargo, a pesar de la visibilidad y reconocimiento nacional que tienen este tipo de programas, aún existen muchas limitaciones y obstáculos.

Infografía: Isabel Vera Zavala. 2025. La importancia de ser voluntario
Los recursos y logística para cientos de niños y niñas con discapacidad en el sector educativo privado son aún limitados, la falta de apoyo financiero para las escuelas y organizaciones, dificulta la realización y organización de actividades extraescolares. A esto se suma la carga de trabajo adicional que recae sobre el personal docente, profesional y voluntario junto con los desafíos geográficos que pueden llegar a enfrentar en cuánto a desplazamiento accesible.
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Muchos voluntarios y estudiantes en prácticas no saben cómo enfrentarse a situaciones de conflicto o conductas problemáticas, a pesar de existir diversas estructuras con estrategias y modelos, es presente la falta de preparación que puede generar frustración y limitar la efectividad de un programa si no hay formación adecuada.
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Los voluntarios necesitan apoyo parental y la gran falta de éste, así como la poca involucración, es una barrera ocasional para la participación de los jóvenes en los programas creados para ellos. A pesar de que este desafío es más común entre familias de entornos desfavorecidos, que pueden enfrentar múltiples presiones económicas y sociales, forma parte de la ignorancia de los padres quienes creen que una institución educativa privada atenderá e incluirá a los jóvenes con discapacidad sobre el desempeño y excelencia académica.

Foto: Google Labs Flow. 2025
Las escuelas privadas en México todavía enfrentan grandes deudas en materia de inclusión, pero en medio de estas sombras aparecen actores que iluminan el camino. Voluntarios, mentores y redes de apoyo están demostrando que el acceso equitativo a la educación no depende únicamente de infraestructura o políticas, sino de la capacidad humana de acompañar, escuchar y abrir espacios donde antes había barreras.
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Su labor refuerza la idea de que ninguna innovación es más poderosa que una comunidad que decide ir por la diversidad. En un país donde la excelencia aún suele confundirse con inclusión, son estos esfuerzos los que recuerdan que la educación se transforma cuando alguien decide caminar junto al otro y no delante de él.

