Desafíos y retos de un voluntario
- shadaakabani1
- hace 5 días
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El rol de un voluntario en este tipo de casos es fundamental, fomentar la autodeterminación, establecer una relación que tenga significado y facilitar la inclusión social. Un voluntario es alguien que crea oportunidades para que la persona tome sus propias decisiones, convirtiéndose en un puente hacia la comunidad y un vínculo social que abre la puerta a mejores relaciones interpersonales con calidad en los niños y jóvenes con discapacidad. Sin embargo, a pesar de la visibilidad y reconocimiento nacional que tienen este tipo de programas, aún existen muchas limitaciones y obstáculos.
Los recursos y logística para cientos de niños y niñas con discapacidad en el sector educativo privado son aún limitados, la falta de apoyo financiero para las escuelas y organizaciones, dificulta la realización y organización de actividades extraescolares. A esto se suma la carga de trabajo adicional que recae sobre el personal docente, profesional y voluntario junto con los desafíos geográficos que pueden llegar a enfrentar en cuánto a desplazamiento accesible.
Muchos voluntarios y estudiantes en prácticas no saben cómo enfrentarse a situaciones de conflicto o conductas problemáticas, a pesar de existir diversas estructuras con estrategias y modelos, es presente la falta de preparación que puede generar frustración y limitar la efectividad de un programa si no hay formación adecuada.
Los voluntarios necesitan apoyo parental y la gran falta de éste, así como la poca involucración, es una barrera ocasional para la participación de los jóvenes en los programas creados para ellos. A pesar de que este desafío es más común entre familias de entornos desfavorecidos, que pueden enfrentar múltiples presiones económicas y sociales, forma parte de la ignorancia de los padres quienes creen que una institución educativa privada atenderá e incluirá a los jóvenes con discapacidad sobre el desempeño y excelencia académica.

Foto: Google Labs Flow. 2025
Las escuelas privadas en México todavía enfrentan grandes deudas en materia de inclusión, pero en medio de estas sombras aparecen actores que iluminan el camino. Voluntarios, mentores y redes de apoyo están demostrando que el acceso equitativo a la educación no depende únicamente de infraestructura o políticas, sino de la capacidad humana de acompañar, escuchar y abrir espacios donde antes había barreras.
Su labor refuerza la idea de que ninguna innovación es más poderosa que una comunidad que decide ir por la diversidad. En un país donde la excelencia aún suele confundirse con inclusión, son estos esfuerzos los que recuerdan que la educación se transforma cuando alguien decide caminar junto al otro y no delante de él.






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