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Voluntarios: un puente donde antes había un muro

Los programas de apoyo dentro y fuera del aula ofrecen una alternativa poderosa para fortalecer la participación de estudiantes con discapacidad. La evidencia por parte de estudios e investigación internacional, refuerza lo que ocurre en México acerca de la interacción con voluntarios capacitados y cómo ésta impulsa mejoras académicas y socioemocionales en los niños y jóvenes. 


Un estudio sobre el programa "Children’s University" (CU), que combina actividades extra académicas con acción social comunitaria y voluntariado en los alumnos con discapacidad tanto intelectual como motriz, encontró que la participación prolongada durante dos años se vincula a un pequeño progreso en el rendimiento en lectura y matemáticas, junto con incrementos significativos en habilidades como responsabilidad social, trabajo colaborativo y estabilidad académica.


Así mismo, investigaciones publicadas en SAGE Journals (2024) muestran que el acompañamiento constante facilita el desarrollo de autorregulación y de hábitos de estudio más estables, especialmente cuando el estudiante enfrenta entornos escolares rígidos o excluyentes. Los resultados de otras investigaciones en el tema, como el análisis de Fichten y Schipper (2005), buscan demostrar si el voluntariado con niños y niñas con discapacidad, afecta las actitudes hacia los adultos, muestran que la convivencia prolongada con estudiantes con discapacidad reduce prejuicios, fortalece la empatía y mejora la disposición social de los voluntarios hacia la inclusión, lo que refuerza los vínculos educativos y transforma actitudes comunitarias.


Por ejemplo, un estudio en Etiopía documenta cómo los esfuerzos de divulgación comunitaria por parte de voluntarios han sido una estrategia clave para aumentar la matrícula escolar de niños con discapacidad inscritos, convenciendo a las familias de la importancia de la educación.

En México, este tipo de prácticas de acción social permiten que los estudiantes adquieran autonomía, aprendan a tomar decisiones y encuentren espacios seguros para practicar habilidades de comunicación y expresión emocional.  La "Guía para Familiares y voluntarios" del Grupo Develop detalla que los voluntarios, al actuar como modelos y facilitadores del entorno, ayudan a fomentar capacidades clave como:

  • Habilidades interpersonales y de comunicación: 

  • Empatía y reconocimiento de emociones ajenas.

  • Inteligencia emocional y autocontrol.


La diversas actividades que se realizan en un voluntariado como el de la organización Unidos, ayuda a que los niños y jóvenes puedan aprender a iniciar conversaciones, a escuchar activamente y expresar necesidades de forma asertiva, así como a fomentar la ayuda, el compartir y la cooperación. Al trabajar con otros jóvenes cercanos en edad, desarrollan la capacidad de comprender los sentimientos y perspectivas de los demás y sobre todo, aprenden a gestionar las propias emociones y responder a las frustraciones de manera adaptativa.

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Foto: Google Labs Flow. 2025


El apoyo de un voluntario dentro de la vida de un jóven con discapacidad, tiene un profundo impacto en la percepción que ellos tienen de sí mismos. Al crear de forma conjunta un entorno de apoyo, empoderamiento personal y estabilidad emocional, los voluntarios refuerzan el ecosistema de inclusión del que, según la guía del Grupo Develop, la familia es el punto de apoyo clave. Son estas experiencias exitosas aquellas que contrarrestan las percepciones sociales negativas y los mensajes de incapacidad que a menudo reciben, permitiéndoles reconocer sus propias fortalezas y sentirse valorados como individuos capaces.


Para lograr estos resultados, las organizaciones del sector privado como Unidos, recurren a modelos y estrategias específicas que permiten canalizar de manera efectiva la energía y el compromiso de sus voluntarios. El que un programa de voluntariado sea efectivo depende de su estructura, de los roles asignados y de la planeación previa de actividades. Esto es gracias a los programas de intervención y entrenamiento que reciben los voluntarios para actuar frente a situaciones y casos diversos. 

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Foto: Google Labs Flow. 2025


Los voluntarios reciben formación especializada para apoyar directamente a los niños y niñas con discapacidad y a sus familias. Este apoyo se centra en el desarrollo de habilidades específicas, inteligencia emocional, manejos de crisis, gestión de conductas y el fomento de la autonomía en la vida de los participantes. Los voluntarios son capacitados para emplear técnicas concretas que enseñan y refuerzan conductas positivas. La misma Guía para Familiares y Voluntarios describe un proceso paso a paso del entrenamiento en habilidades sociales que lleva un voluntario que se pueden resumir en los siguientes pasos:

  • Instrucciones verbales: Utilizando el diálogo, el debate y explicaciones claras para definir qué es una conducta apropiada y por qué es importante.

  • Modelado: Cuando el voluntario actúa como un ejemplo a seguir, demostrando la habilidad deseada, por ejemplo, saludar, pedir ayuda, compartir, de forma sencilla y clara para que pueda ser imitada.

  • Ensayo y práctica: Animar a la persona a practicar una nueva habilidad en un entorno seguro y de apoyo, como un juego de roles, antes de aplicarla en situaciones reales.

  • Feedback: Después de la práctica, se proporciona información constructiva y específica sobre qué tan bien se realizó la conducta, a partir de aciertos y mejoras.

  • Reforzamiento: Normalmente de forma social  a través de cumplidos, aprobación, o una sonrisa o choque de manos, fortaleciendo la conducta positiva y aumentando la probabilidad de que se repita en el futuro.


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Foto: Google Labs Flow. 2025



 
 
 

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